A veces, algunas situaciones de la vida te rompen en tantos pedazos que te sientes incapaz de volver a imaginarte igual, de volver a unir las piezas de ti, de tu vida.
A veces, solo quieres que se sigan rompiendo hasta que quizá desaparezcan.
A veces, la vida te premia con quien te recuerda que aunque estés rota en mil pedazos, todos esos pedazos son tuyos, eres tú.
Y así, te vas dando cuenta que no importa las veces que te rompas, vas a saber armarte (y amarte) de nuevo, y de la forma que quieras.
Hoy, la verdad es que, tenía otro tema planificado, pero como la newsletter es mía, puedo hacer lo que me dé la gana jajajajaja y he decidido cambiarlo. Porque hoy, me han dado una lección. Hoy me han demostrado de nuevo, que no estoy sola, y que tengo quien me ayude a armar todas las piezas de mí. Porque es cierto que no siempre podemos solas. Es más, la mayoría de las veces no podemos solas.
Hace poco más de un mes, sufrí un maltrato de parte de una doctora, me hizo mucho daño. Una desconocida, una profesional de la salud me pilló en un día de bajón y me rompió en pedazos. Acudí a ella por dolores de cabeza intensos y constantes, su respuesta, sin analíticas, sin ni siquiera tocarme, mientras me desnudaba en la camilla y me observaba fue: “Lo que sientes seguro que tiene que ver con todos los kilos que te sobran”.
No es la primera vez que me agreden por mi cuerpo, o por no estar dentro de la “norma” pero sí es la primera vez que lo hace una mujer profesional de la salud, y es la primera vez en mucho tiempo que no supe responder. Pues tengo un máster y si, si suelo responder, de esa forma en la que consigues que la otra persona se sienta avergonzada y no tú. Porque tú no tienes nada de que avergonzarte “por tus kilos de más”. Pero esta vez no fui capaz, no reaccioné, me vestí y me marché, llorándome encima, por supuesto. Sentí que me rompía y que todo en lo que venía años trabajando se fue a la mierda. Que comenzaba de cero, otra vez.
Lo primero que quiero decirte es que, sea lo que sea que te rompa en pedazos y te hunda, en la recuperación, nunca comenzarás de cero. Todo lo que inviertes en tu bienestar y salud mental, está ahí de muro de contención, aunque no lo veas al principio y se te olvide cada vez que caes.
Lo segundo es que, no te mereces, NADIE se merece que le agredan por su físico, nacionalidad, orientación sexual, género, capacidades (y no sé si me dejo algún colectivo) pero el punto es que, NADIE se merece ser agredido ni física ni verbalmente.
Lo tercero es que, si te mereces caerte, sí, porque duele, duele mucho, y mereces caer sobre esa red de apoyo que has construido, que te quiere y que está ahí para ti sin juzgarte. Te mereces que te quieran y que te quieran mucho.
Lo cuarto y último es que, te repito de nuevo, lo que hoy aprendí con uno de los regalos más especiales que me han hecho. Todos los pedazos rotos son tuyos, eres tú, a veces estarán ordenados, otras veces no, pero siempre serás tú.
No pensaba contar esta anécdota, al principio sentía incluso vergüenza, luego entendí que la única que tiene que sentir vergüenza es esa doctora. Que sin pruebas en la mano, juzgó mi salud por mi peso. Cierro la historia contándote que, mi salud está perfecta, los dolores de cabeza resultaron ser una mezcla de sinusitis con tensión muscular provocada por el bruxismo. Las analíticas estaban bien. Y hasta lo que yo sé, ni la sinusitis ni el bruxismo los produce “el sobre peso”. No sé qué es de esa doctora, no he vuelto ni volveré.